Para aclarar la situación hay que distinguir entre la actividad exógena, la que realizamos en nuestro día a día y tiene que ver con nuestros quehaceres diarios: trabajar, estudiar, deporte, dar un paseo por la playa, leer, pensar, stress, preocupaciones por causas conocidas, etc...
Por otro lado, tenemos la actividad endógena, la propia de nuestro organismo: el latido del corazón, la actividad celular, la digestión, los movimientos peristálticos, actividad hormonal, la metabolización de los nutrientes, la transformación de elementos bioquímicos para el uso de nuestro organismo para la búsqueda del equilibrio interno y bienestar, etc...
Pues bien, las calorías necesarias para todas esas actividades orgánicas, actividad endógena, son las calorías basales: es la energía que nuestro organismo necesita para funcionar por el simple hecho de estar vivo y, por tanto, ninguna dieta o régimen alimentario debería aportar menos de esa cantidad calórica sin supervisión profesional. A nadie se le esconde que las consecuencias de una mala alimentación pueden ser muy graves para el organismo; por ello, antes de adquirir cualquier hábito alimentario ya sea para mejorar nuestro rendimiento físico o intelectual como para regular nuestra masa corporal en muy conveniente hacer un estudio previo para conocer cuál es nuestro índice de calorías basales y, así, no entrar en una posible desnutrición.
